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LIBRO VIAJERO

Los procesos de adquisición de la lengua materna supone, para los educandos, un reto; mismo, que moviliza competencias, habilidades y esquemas cognitivos, que a su vez, ponen en tensión procedimientos tales como: la selección, la interpretación y la indagación al servicio de distintas tipologías textuales. Por otro lado, ese acercamiento a la lengua, está mediado por sentimientos y emociones. En conjunto, estas últimas, sirven al niño para encontrar una cuna o un nicho, puesto que, son justamente las nanas, los cuentos infantiles y los libros álbumes ese primer hogar. Si bien las obras literarias, preponderadamente, son estudiadas a partir de su valor estético, cierto es, que estas últimas acercan a la primera infancia al lenguaje del afecto. Reyes (2021), en su texto El reino de la posibilidad, afirma que el vínculo con la lectura de textos infantiles, gesta el ambiente o entorno propicio para que los niños encuentren en la lectura, otras formas de expresión ‘seguras’ para sus sentires y demás disquisiciones. Con este propósito, el Liceo Campo David, propuso la creación del Libro viajero, un proyecto de creación literaria, vinculado a la formalización de la competencia lectora y escritora mediante un proceso didáctico de composición colectiva. Durante la vigencia de esta propuesta, los docentes, padres y educandos, edificaron la trama y las trayectorias de los eventos que hilan los conflictos y, en general, el desarrollo de la acción de los personajes.


Ahora bien, el proceso de edición y producción textual fue orientado por las docentes de Preescolar, quienes ambientaron la obra mediante la creación de varios personajes, que a su vez, estaban involucrados en situaciones o contextos que instigan al educando a imaginar otros escenarios posibles: animales en trabajos o aventuras propias del quehacer humano, entre otros. Mediante este ejercicio, los niños de Preescolar practicaron su primeros trazos, así mismo, fortalecieron el proceso de invención e ilustración, lenguajes ‘otros’ transmisores de contenidos propios de la imaginación y de la relación del educando con ese mundo inicial, que no conoce límites entre la ficción y la realidad. En suma, la riqueza del proyecto se concentró en la participación de la comunidad liceísta de Pre-escolar, en un afán por empujar los límites de la capacidad escritora al trabajo mancomunado. El libro viajero puede ser visto, si se quiere, como un palimpsesto: una herramienta que atestigua las cavilaciones de los niños y su afectos
en un tiempo tan asiduo como el que actualmente atestiguamos.

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